Ah, las Categorias! – Ah, le categorie

Segue italiano

¡Ah! … ¡las categorías!”, Murmuró Simplicius, subiendo torpemente la escalera hacia la cocina. Cuando el viejo Fray cocinero empezaba de esta manera, todos los novicios sabían que estaba a punto de comenzar su famoso discurso.

Y fue una poderosa disertación sobre cómo estos contenedores conceptuales aparentemente útiles, llamados Categorías, se encontraban entre los grandes enemigos de la humanidad.

“Usted”, comenzó con un gran dedo señalando vagamente, y la mirada gallarda, “sólo con llamarme Hermano ya deja de ver que hermano soy, y me ahoga en el mare magnum de los hermanos, según su mente lo haya concebido.”

Dado que a esta altura el oyente ya tenía la mirada vacía, Simplicius tomó aliento con aire grave y añadió: “A partir de ese momento, cuando me miras, verás solamente tu idea de monje, pegada a mí como una máscara, ya quedando perdida tu capacidad de ver algo real en mi “.

“¿Pero cómo vive Usted sin categorías?”, esta vez se atrevió a responder su discípulo improvisado.

“Aquí está, aquí está …!”, Comenzó a susurrar Simplicio cada vez más emocionado, “¿Está bien, así que llegamos a las puertas de la cuestión más importante de tu vida,” e se calló, dedicándose por entero a cortar las cebollas.

A los pocos minutos, lloroso pero no triste, retomó el discurso. ¿Alguna vez escuchaste a alguien categorizar a la gente según su título educativo o laboral? Alguien que describe a gente así: “Ellos son una linda pareja, ella es profesora, él es un albañil”. y mientras dice la palabra profesora, tiene un brillo en sus ojos, que rápidamente se apaga tan pronto como llegue la “a” de  albañil.

Entiendo que, de acuerdo con sus ideas ya almacenadas, él cree que la profesora sea una gran persona, mientras que un albañil debe ser un tipo poco interesante. Lástima que uno que piense así se equivoque muy de frecuente.

– Um, – interrumpió el novato, – pero mientras me decía esto, ¿acaso no acuñó para este tipo de persona, el “alguien”, una nueva categoría? –

-Sí y no! – Como puedes ver, evité cuidadosamente acuñar un nombre, ponerle una etiqueta, porque el nombre es el pedestal en el que se apoya una categoría. Si lo hubiera llamado un “clasista”, habría plantado la semilla de la categoría, pero sin un nombre, no puede … coagularse, y se desvanece tan pronto como dejemos el tema.

“Ven, ¡prueba esta salsa!”

 

 

Italiano

 

“Ah! … le categorie!”, bofonchiava Simplicio, scendendo goffamente la scala verso la cucina. Quando il vecchio Frate vivandiere cominciava in questo modo, tutti i novizi sapevano che stava per iniziare il suo famoso discorso.

Ed era una poderosa dissertazione, su come questi contenitori concettuali, apparentemente così utili, fossero in realtà fra i grandi nemici dell’umanità.

“Tu”, iniziava con un grosso dito puntato vagamente, e lo sguardo focoso, “appena mi chiami Frate, smetti già di vedere quale frate io sia, mi anneghi nel mare magnum dei frati secondo come la tua mente li ha concepiti !”.

Siccome a questo punto l’ascoltatore novello faceva regolarmente la faccia vuota, Simplicio prendeva fiato con aria battagliera e rincarava la dose: “da quel momento, quando mi guardi, vedi solo la tua idea di frate, appiccicata su di me, ed hai perso la capacità di vedere qualcosa  di vero”.

“Ma come fai tu a vivere senza categorie?”, osò questa volta rispondere il suo estemporaneo discepolo.

“Eccolo, … eccolo!”, prese a sussurrare Simplicio con un crescendo emozionato, “sei dunque arrivato alle porte del più importante problema della tua vita!”, e lì tacque, dedicandosi completamente ad affettare le cipolle.

Riprese il discorso in lacrime – Hai mai sentito qualcuno che categorizza le persone in base al loro titolo di studio o lavoro? Qualcuno che descrive la gente così: “Sono una coppia simpatica, lei è una professoressa, lui è un operaio.” e mentre dice la parola professoressa ha come una scintilla negli occhi, che rapidamente si spegne appena arriva la prima “o” di operaio. –

Capisco, che in base alle sue idee già immagazzinate, crede che una professoressa debba essere una gran persona, mentre un operaio debba essere un tipo poco interessante. Peccato che così uno si sbagli spessissimo.

Uhm, ma mentre mi dicevi questo, hai coniato per questo tipo di persona, il “qualcuno”, una nuova categoria?

-Si e no! – Come vedi ho evitato accuratamente di coniare un nome, per descriverteli, perché il nome è il piedistallo su cui la categoria si regge. Se lo avessi chiamato un “classista”, avrei piantato il seme della categoria, ma senza nome, essa non riesce a … coagularsi, e sfuma rapida appena abbandoniamo il discorso.

“Toh, prova questa salsa.”