¿De verdad existen los demás? – Ma esistono davvero gli altri?

Segue Italiano

Buenos días!

en la India dicen “namasté”, que significa “nosotros dos somos uno”.

Propongo aquí acompañarte en una breve exploración de la distinción que cada uno de nosotros percibe entre nuestro “yo” y el resto del mundo, incluidos todos los demás seres vivos.

Esta frontera a veces parece crecer, a veces parece desaparecer, y de hecho es un territorio desconocido, en el que podemos descubrir verdades inesperadas.

En particular, me gustaría que por un instante trataras de figurarte un universo en el que todos somos uno, y realmente no hay una distancia entre tú y yo, excepto que debido a nuestra falta de conciencia, al sueño hipnótico que nos muestra a los demás de una manera estereotípica, como semidioses, o tontos, o ambos a la vez.

Es la metáfora en la que cada uno de nosotros es un pequeño “punto de vista” de Dios, que surge del ¨Todo¨ en misión de (auto-)exploración, siendo a veces un punto de vista algo `miope`, y hasta que vuelva su mirada hacia sí mismo, su origen, y sobre todo hacia ese punto (1) en la que se ha “bifurca” del Todo, del océano del Alma, no logra concebir que de ese Todo forma parte.

 

El llamado mundo físico

La barrera de la piel y el aire que nos separa del prójimo en el mundo físico, no es tan clara en el mundo interior, en la cual los sabios han encontrado más razones de comunalidad que de separación.

A pesar de la fiera oposición de Einstein, los experimentos de varios sabios (2) han demostrado que las partículas que tienen un origen común, incluso si las alejamos entre sí, permanecen conectadas de manera invisible e instantánea. Y dado que, de acuerdo con la teoría del Big Bang, toda la materia estaba unida al principio, el vínculo entre todas ya existe, pues nació con el Universo, por así decirlo.

Un paso más arriba, el mundo de los pensamientos y los sueños

Carl Gustav Jung, el ilustre fundador de la psicología analítica, acuñó el término inconsciente colectivo para designar a un mundo común, en nuestra parte inconsciente, entre todos los seres humanos, en el que se mueven los valores, los sueños y los arquetipos que forman un sustrato común en el que todos nos movemos.

No es difícil reconocer esta tierra misteriosa, el llamado mundo astral, o sueños, en el que los monjes tibetanos practican sus viajes cuando investigan la naturaleza de la vida fuera del cuerpo físico. Escuelas enteras (3) han dedicado tiempo y esfuerzo para viajar por el mundo astral a lo largo y ancho, descubriendo aspectos muy interesantes.

El mismo Krishnamurti Jiddu, llamado “Maestro del Mundo”, lo que llevó al movimiento teosófico, dio a entender con una sonrisa que la parte realmente interesante del trabajo psicológico se produce cuando traemos nuestra conciencia más allá de la barrera del sueño-vigilia, encontrándonos conscientes, capaces de iniciativa e interacción con otros seres en el llamado mundo de los sueños.

Pero ver la conexión muy íntima entre nosotros y los demás no supone necesariamente de entrar conscientes al mundo astral: es suficiente estar presentes en nuestra psique. Lo que en los Evangelios se describe en términos de vigas y pajas, es detallado de manera muy clara por otro psicólogo muy conocido, el escocés Maurice Nicoll, representante emblemático en el Reino Unido de la escuela de regeneración llamada “cuarta Via”.

Estamos aquí hablando de los fenómenos que giran en torno a la llamada proyección, por la cual atribuimos al mundo y al prójimo  las responsabilidades de nuestros problemas, que en realidad radican por completo en nuestra falta de conciencia.

La tecnica de curación Ho O’ponopono desvela una conexión muy estrecha entre cada uno de nosotros y el resto de la humanidad, cuando nos permite curar a los demás sin tocarlos ni verlos.

Suponemos una “realidad externa” a nuestro cuerpo, pero si somos estrictos, no sabemos nada de esa realidad si no la señal eléctrica que nuestro cerebro interpreta para nosotros, en la forma de un escenario aparentemente externo, en el que se mueven los demás personajes (y a veces también nosotros, si pasamos frente a un espejo).

Entonces, ¿este mundo que “creamos”, proyectándolo desde nosotros mismos, tiene una realidad en sí misma, o no?

En el libro “El Vuelo de la Serpiente Emplumada” hay una frase enigmática del amigo del autor, que advierte al escritor Armando Cosani que no crea demasiado literalmente la idea de que los ojos nos llevan dentro de la información de algo que está afuera, pues las cosas no están así. He aquí la imagen que resume el asunto.

Y la representación de Brahma con mil ojos, ¿qué quiere decir? ¿Será una metafora del todo del que emergen tantos puntitos de vista que llamamos Seres?

La investigación llevada a cabo en el mundo astral ha mostrado cómo los seres humanos se funden en tríadas, cuando vuelven a su origen, como si la división fuera solo temporal.

La doctrina de la no dualidad enfatiza cómo los límites entre cada uno de nosotros y el resto del mundo son arbitrarios y convencionales.

Entonces, ¿cómo imaginamos la naturaleza de la realidad?

El conocido escritor Miguel Ruiz, autor de los Cuatro Acuerdos, sobre la sabiduría tradicional Tolteca nos da una representación vívida de esta realidad enigmática con la metáfora de un gran cine multi sala, en cuyo interior cada uno de nosotros tiene su sala, donde ve representaciones de todos los demás, y en cada sala ellas son diferentes. El mi de una sala es distinto del mi en cada una de las demás, y el tu también.

David Bohm ha teorizado una explicación de la realidad como una simulación holográfica.

Un reciente simposio de científicos ha establecido que hay un 50% de probabilidad de que vivamos en una simulación, como Matrix. Sin embargo, tengamos en cuenta que, si se trata de una simulación, no es necesariamente cierto que, por otro lado, tenemos cuerpos físicos conectados en algún capullo.

La psicología del profundo ha revelado hace mucho tiempo el mecanismo de proyección, con el cual podemos , en nuestra psiquis,  intercambiar (inconscientemente) nuestra posición y la de nuestro prójimo y, por ejemplo, culpar a los demás de las fallas que no somos capaces de ver en nosotros mismos.

Tanta facilidad para “confundirnos” con los demás, para interactuar con los demás sin necesidad de contacto, el hecho de que todos provengamos de un solo punto, y que nos fusionamos con los demás en el camino de regreso a nuestra Fuente, y los símbolos sagrados del Uno que es Múltiple, deben hacernos entender algo, y más aun si la distancia con los llamados “otros” es probable que sea una ilusión de los sentidos.

El sentimiento que prevalece en mí es que, en esencia, somos fragmentos de una Conciencia única, puntos de vista “olvidadizos” de ella, moléculas algo distraídas del Ser Único. Es Él, que, al evolucionar, crea para Si mismo una ilusión de separación, desde la cual nosotros, sus chispas lanzadas en el viaje de la Conciencia, podemos volver al final del largo viaje, darnos cuenta de que nunca nos fuimos de su regazo.

Se trata de un viaje que, sin embargo, no tiene nada obligatorio, pero sigue siendo un privilegio o una dura prueba para unos que lo toman muy en serio. Podría dar muchos ejemplos de este tipo, no sólo de mi vida, sino de cada uno de los que haya conocido, y  suena de esta manera:

  • si yo hubiera hecho eso, mi vida sería mejor
  • se yo no hubiera dicho esas palabras, estaría en condiciones mejores

ellas salen pero, desde un punto de vista erróneo, porque estoy imaginando que realmente podría haber hecho algo diferente.

Si, en cambio, empiezo a saber, y entiendo qué tan mecánicas son mis reacciones, es inmediato ver que en ese momento crucial, no hubo realmente una posibilidad de elección, sino que hice lo único que me era posible.

Y esto se aplica a todos y todas las circunstancias, cuando no haya conciencia en el instante.

Debo darme cuenta de que si critico a alguna persona por lo que ha hecho, cometo dos errores:

en primer lugar, me estoy enfadando con una máquina, que solo ha obedecido sus palancas, engranajes, y correas: realmente ¿ podría condenar a un mecanismo si hace click en un momento dado?

en segundo lugar, probablemente estoy dejando que surja un resentimiento igualmente mecánico en mí, basado en ciertos hechos del pasado, para lanzar cargos contra esa persona

Un esfuerzo sensato que sí puedo hacer, por otro lado, es tratar de entender por qué este amigo, novia o pariente ha hecho lo que hizo, recordándonos que, desde su punto de vista, sin duda cree que es lo correcto, y actuó “de buena fe”.

Si somos capaces de ponernos en un nuevo punto de vista, quizás podamos incluso perdonar un hecho doloroso. Esto se debe a que los componentes mecánicos de nosotros que gustaría “venganza” o “justicia ” comienzan a salir a la luz, y podemos desvincularnos serenamente de ellos y reclamar un punto de vista más elevado, digno de la parte más noble que vive en nosotros

– notas –

(1) El punto de ramificación del que estamos hablando es el lugar donde se encuentra nuestra partícula íntima y divina: es allí donde el todo, en su camino de creación, se vuelve particular antes de caer en el mundo fenoménico. En la metáfora en la que cada uno de nosotros es un punto de vista de Dios, un ojito olvidadizo que emerge del mar de todo, este punto de ramificación sería el empalme  del pedículo de nuestro ojito, el pedículo que llamamos con orgullo “yo “.

(2) la obra de Alain Aspect, John Bell, Nicolas Gisin, y muchos otros físicos cuánticos, ha demostrado la conexión íntima y natural de las partículas microscópicas y macroscópicas sistemas distancia, que no depende de un intercambio de información (pues esta debería viajar más rápida que la luz) y parece ser parte de la naturaleza misma de nuestro universo.

(3) Canterbury Institute en Inglaterra, Church and School of Wicca, USA,

 

 

Buongiorno!

in india dicono “namasté”, che vuol dire “noi due siamo uno”.

Mi propongo qui di accompagnarti in una breve esplorazione della distinzione che ciascuno di noi percepisce fra il proprio “io” ed il resto del mondo, inclusi tutti gli altri esseri viventi.

Questa frontiera, che a volte pare ingrossarsi, a volte invece sembra sparire, ed è invero un territorio sconosciuto, nel quale possiamo scoprire verità inattese.

In particolare mi piacerebbe che per un istante anche tu provassi a figurarti un universo nel quale tutti siamo uno, e non c’è realmente una distanza fra me e te, se non quella dovuta alla nostra mancanza di consapevolezza, a quel sonno ipnotico che ci fa vedere gli altri in modo stereotipato, come semidei o sciocchi, o tutt’e due.

 

É la metafora per cui ciascuno di noi è un piccolo “punto di vista” di Dio, che emerge dal Tutto in missione di (auto)esplorazione, a volte essendo un punto di vista un po’ miope, e finché non rivolge lo sguardo su di sé, e guarda alla propria origine, ed in primis a quel punto (1) in cui si è “diramato” dal tutto, emergendo dall’oceano dell’anima, non può concepire che fa parte di un Tutto.

Il cosiddetto mondo fisico

La barriera di pelle ed aria che ci separa dal prossimo nel mondo fisico, non è altrettanto netta nel mondo interiore, nel quale coraggiosi studiosi hanno invece trovato più motivi di comunanza che di separazione.

Nonostante la fiera opposizione di Einstein, esperimenti di vari studiosi (2) hanno mostrato come particelle che hanno origine comune, anche se la allontaniamo, rimangono sempre collegate in maniera invisibile ed istantanea. E siccome, secondo la teoria del Big Bang, tutta la materia era insieme all’inizio, il collegamento è nato con l’Universo, per così dire.

Un gradino più su, il mondo dei pensieri e dei sogni

Carl Gustav Jung, illustre fondatore della psicologia analitica, coniò il termine Inconscio Collettivo per designare un mondo condiviso, nella nostra parte inconscia, fra tutti gli esseri umani, in cui si muovono valori, sogni ed archetipi che formano un sostrato comune in cui tutti ci muoviamo.

Non è difficile riconoscere un questa landa misteriosa il cosiddetto mondo astrale, o dei sogni, nel quale praticano i loro viaggi i monaci tibetani, quando indagano la natura della vita al di fuori del corpo fisico. Scuole intere (3) hanno dedicato tempo e fatica a percorrere il mondo astrale in lungo e in largo, scoprendo aspetti molto interessanti.

Lo stesso Jiddu Krishnamurti, chiamato “L’insegnante del Mondo”, che guidò il movimento Teosofico, lasciava intendere con un sorriso che la parte veramente interessante del lavoro psicologico arrivava quando portiamo la nostra coscienza al di là della barriera veglia-sonno, ritrovandoci coscienti, capaci di azione e interazione con altri esseri, nel cosiddetto mondo dei sogni.

Ma vedere il collegamento assai intimo fra noi stessi e gli altri non richiede di entrare necessariamente nel mondo astrale: è sufficiente essere presenti nella nostra psiche. Se non vogliamo dibattere sulle interpretazioni del Vangelo, di travi e pagliuzze, sarà sufficiente menzionare un altro noto psicologo, lo Scozzese Maurice Nicoll, emblematico rappresentante, nel Regno Unito, della scuola di rigenerazione detta di “Quarta Via”, capace di infinita sottigliezza quando pone sotto la lente del microscopio le nostre goffe interazioni col prossimo.

Stiamo parlando dei fenomeni che ruotano intorno alla cosiddetta proiezione, per la quale addebitiamo al mondo ed al prossimo, le responsabilità dei nostri problemi, la quale giace invece per intero nella nostra mancanza di consapevolezza.

Ho O’ponopono suggerisce un collegamento molto intimo fra ciascuno di noi e tutto il resto dell’Umanità.

Noi supponiamo una realtà “esterna” al nostro corpo, ma se siamo rigorosi, non sappiamo nulla di quella realtà se non il segnale elettrico che il nostro cervello rappresenta per noi, sotto forma di uno scenario apparentemente esterno, nel quale gli altri si muovono come personaggi (e qualche volta compariamo anche noi se, passiamo davanti ad uno specchio).

Ma questo mondo che noi “creiamo”, proiettandolo fuori da noi, ha una realtà in se, oppure no?

Il disegno del “Vuelo” e l’enigmatica frase dell’amico, che ammonisce lo scrittore di non credere troppo letteralmente all’idea che gli occhi ci portano dentro la informazione di qualcosa che sta fuori. Le cose, non stanno così. Ecco una immagine che riassume la questione.

 

E la rappresentazione di Brahma con mille occhi, che cosa ci vuole dire?

Come ci figuriamo, allora, la natura della realtà?

Ricerche svolte nel mondo astrale hanno mostrato come gli esseri umani si fondono in triadi, quando risalgono verso la propria origine, come se la divisione fosse solo temporanea.

La dottrina della non-dualità sottolinea come i confini fra ciascuno di noi ed il resto del mondo siano arbitrari e convenzionali.

Il noto scrittore Miguel Ruiz, autore dei Quattro Accordi, sulla tradizione Tolteca, con la metafora del cinematografo, ci dà una viva rappresentazione di questo enigmatica realtà i cui dentro ciascuno di noi esistono delle rappresentazioni di ogni altro, che sono tutte diverse fra di loro.

David Bohm ha teorizzato una spiegazione della realtà come simulazione olografica.

Un recente simposio di scienziati ha stabilito che esiste una probabilita del 50% che viviamo in una simulazione, del tipo di Matrix. Teniamo conto, comunque, che se una simulazione e’, non e’ necessariamente vero che da un’altra parte abbiamo dei corpi fisici in qualche bozzolo.

La psicologia del profondo ha svelato da molto tempo ormai il meccanismo della proiezione, per il quale riusciamo, nella nostra psiche, a scambiare (inconsciamente) la posizione nostra e quella del prossimo, ad esempio per addossare ad altri le colpe che non riusciamo ad assumerci.

Tanta facilità a “confondere” noi stessi con gli altri, ad interagire con gli altri senza bisogno di contatto, il fatto che proveniamo tutti da un solo punto, e ci fondiamo con gli altri sulla via del ritorno alla nostra sorgente, e le simbologie sacre dell’Uno che è molteplice, devono farci capire qualcosa, specialmente se la distanza che dai cosiddetti “altri” ci separa, oltretutto, rischia di essere una illusione dei sensi.

La sensazione che prevale in me è che, in sostanza, siamo solo frammenti di una Coscienza Unica, punti di vista “smemorati”, molecole distratte dell’ Essere Unico, il quale, per evolvere crea un’illusione di separazione, dalla quale noi, le sue scintille lanciate nel viaggio della consapevolezza, possiamo tornare alla fine del lungo viaggio, per renderci conto che non lasciammo mai il suo grembo.

 

Un viaggio che però non ha nulla di obbligatorio, ma resta un privilegio o un calvario per pochi.

 

Potrei fare molti di questi esempi, non solo della mia vita, ma di ciascuno di coloro che conosco, che suonano così:

se avessi fatto questo, la mia vita sarebbe migliore
se solo non avessi detto quelle parole, ora sarei in condizioni migliori

parto, e partiamo, peró , da un punto di vista erroneo, perché sto immaginando che realmente avrei potuto fare qualcosa di diverso.

Se invece mi comincio a conoscere, e capisco quanto siano meccaniche le mie reazioni, é immediato capire che proprio in quel momento cruciale, non avevo realmente possibilità di scelta ma, invece ho fatto l´unica cosa possibile.

E questo si applica a tutti ed a tutte le circostanze. Quando manca la consapevolezza.

Con questo debbo anche rendermi conto che se mi sento di criticare qualcuno per quello che ha fatto, sto commettendo due errori:

anzitutto me la prendo con una macchina, la quale ha solo obbedito alle sue leve ed ingranaggi, o alla sua elettronica: potrei davvero condannare un parchimetro se é scattato ad una certa ora?

secondo, sto probabilmente lasciandomi andare ad un risentimento altrettanto meccanico che nasce in me e si appoggia a certi fatti del passato per dare addosso a quella persona

e quindi, l´unico sforzo sensato a mia disposizione é cercare di comprendere perché questo nostro amico o fidanzata o parente abbia fatto quel che ha fatto, ricordandoci che, dal suo punto di vista, di certo credeva di avere ragione, ed agiva ¨in buona fede¨.

E se riusciamo nell´impresa di metterci in un punto di vista nuovo, potremo forse arrivare a perdonare anche un fatto doloroso.

Questo perché le componenti meccaniche di noi che vorrebbero ¨vendetta¨o ¨giustizia¨ cominciano a venire alla luce, e possiamo serenamente dissociarci da esse, e reclamare un punto di vista piú alto, degno della parte piú nobile che vive in noi.

 

(1) Il punto di diramazione di cui si parla è il luogo in cui sta la nostra particella intima, divina: è là che il tutto, nel suo percorso di creazione, si fa particolare, prima di calare nel mondo fenomenico. Nella metafora in cui ciascuno di noi è un punto di vista di Dio, un’occhietto dimentico di sé, che emerge dal mare del Tutto, tale punto di diramazione sarebbe l’attacco del peduncolo del nostro occhietto, quel peduncolo che chiamiamo orgogliosamente “io”.

(2) Il lavori di Alain Aspect, John Bell, Nicolas Gisin, e molti altri fisici quantistici, hanno dimostrato il collegamento intimo e naturale di particelle microscopiche e sistemi macroscopici a distanza, che non dipende da uno scambio di informazioni (queste dovrebbero viaggiare più veloci della luce) ma pare essere parte dalla natura stessa del nostro universo.

(3) Canterbury Institute in England, Church and School of Wicca, USA,